La Yakka es uno de mis sitios preferidos. Todo el mundo sabe lo que he vivido aquí. Ana también, arrastrada por mí, pero sobre todo he gastado litros y litros de tiempo con amigos. De hecho, menos gente sabe que en uno de los fermentadores hay puesto, en vinilo, nuestro nombre de batalla (como muchos otros), porque ayudamos a pagarlo. Pero bueno, a lo que importa, ¿qué tiene de especial?

La Yakka reúne tres cosas esenciales: un sitio genial y apartado, un trato familiar y profesional a la par, y unos productos de grandísima calidad.
A mí me gusta venir, a veces, a trabajar en su terraza, tomando una cerveza, rodeado de huerta. Una cerveza buena, he de decir. Me encanta que vayan variando, aunque a mí me pirran las stouts y tostadas en concreto.
La comida, además, también está muy buena, aunque de eso hablaremos ahora. Lo mejor es el conjunto: es un sitio ideal para pasar el rato entre gente que te quiere, hablando y disfrutando de una velada en buena compañía. En verano es cuando más se disfruta, aunque en invierno se está de lujo, a pesar de que ya no se enciende la estufa tanto como antes (en vez de eso, las setas calientan el ambiente, pero no tienen tanto encanto).
Además, es un sitio seguro para venir con niños, pues no hay peligros cercanos, ni tráfico, el sitio es amplio y no tiene muchos escondrijos.
También es bueno para celebraciones con mucha gente, ya que es muy amplio. Yo he celebrado aquí los últimos cumpleaños, con más de 25 invitados.
Hay tres cosas que debes probar si vienes a la Yakka.
La carne también tiene un gran status. Desde que incorporaron una barbacoa a las instalaciones, los solomillos, steaks y demás repertorio han cobrado protagonismo, y la pluma ibérica está de muerte.
No tienen, para mi gusto, el mismo honor las hamburguesas. Sinceramente, no sé por qué, pero las de vacuno dejan que desear. La carne, a pesar de ser de Paco Rosa, no parece estar a la altura del resto de la comida. Que tampoco es una cosa supersorprendente, pero está bastante buena.
Honrosa excepción es la hamburguesa de pollo «Menudo Pollo», un clasicazo marinado que está brutal, también y sí merece la pena, con diferencia.
Sinceramente, aquí no me voy a extender mucho porque, aunque resulte irónico, no tiene mucho sentido. Hay cerveza para casi todos los gustos; y la oferta cambia constantemente según van experimentando.
Como decía, mis preferidas son las stouts o las dobles y rojas, aunque el mayor surtido suele ser en IPAs. También tienen afrutadas o experimentos como barley wines e hidromiel.
Lo mejor es dejarse sorprender por lo que hay en los grifos el día que vayamos.
