





Tras una pequeña búsqueda en Google Maps por la zona, decidimos venir a El Cantero un domingo cualquiera, por hacer microturismo, como me gusta llamarlo. Fuimos sin reserva, y sin conocerlo, y no nos arrepentimos para nada.
Aunque el local estaba lleno, no les costó encontrarnos una mesa. El trato fue muy amable, simpático y servicial, y se nota el toque familiar que tienen tanto con los habituales como con los nuevos.
La comida de El Cantero
Como no sabíamos, preguntamos al camarero, quien nos apuntó que teníamos que probar los «fantasmas», que era la tapa típica del local: brutales. Son unos torreznos enormes (una unidad) con mayonesa, pimiento rojo y anchoa (los hay de varios tipos). De verdad que son la tapa estrella.
Toda la comida estaba muy buena. Nosotros, en concreto, probamos las croquetas de carrillera, el caballito, las alcachofas rebozadas y la ensalada César y terminamos hasta arriba.
Nos quedamos con ganas de probar el arroz, como no puede ser de otra manera en Calasparra, y las torrijas, otro pequeño sello de la casa. Para la próxima, seguro.

